¿Cuándo el consumo de alcohol se convierte en un problema?
El alcohol forma parte habitual de celebraciones, comidas y encuentros sociales. Pero no siempre es fácil identificar el momento en que su consumo deja de ser una elección libre y empieza a generar consecuencias indeseadas. ¿Beber solo en casa tras un mal día es un problema? ¿Y si me cuesta disfrutar de una reunión sin una copa?
En torno al 70% de las personas adultas consumen alcohol, pero una parte de ellas (alrededor del 6%) desarrolla lo que se conoce como trastorno por uso de alcohol (AUD, por sus siglas en inglés): un patrón de consumo que genera deterioro o malestar significativo.
Una mirada necesaria: no es lo mismo beber acompañado que en soledad
Tradicionalmente se ha centrado la atención en factores individuales como la impulsividad o la genética para explicar por qué algunas personas desarrollan un problema con el alcohol. Sin embargo, investigaciones recientes destacan la importancia del contexto en el que se consume: no es igual beber en grupo que hacerlo en solitario.
Las personas jóvenes que beben en entornos sociales suelen hacerlo con la intención de potenciar emociones positivas y sentirse más integradas. En cambio, quienes beben en soledad lo hacen con más frecuencia para calmar emociones difíciles como la tristeza, la ansiedad o la sensación de vacío.
¿Qué señales pueden indicar un uso problemático?
Tanto el consumo social como el solitario pueden derivar en un problema, especialmente cuando se repiten en el tiempo. Algunas señales de alerta incluyen:
- Beber para escapar de emociones desagradables.
- Aumento progresivo de la cantidad o frecuencia.
- Intentos fallidos de controlar o reducir el consumo.
- Consecuencias negativas en relaciones, trabajo o salud.
- Uso en solitario con sensación de pérdida de control.
El riesgo no está solo en la cantidad, sino en el para qué
Según el modelo propuesto por Creswell (2020), el consumo social suele estar asociado a personalidades extrovertidas y motivado por la búsqueda de emociones positivas. Aunque se puede beber mucho en estos contextos, el riesgo aumenta cuando el alcohol se convierte en la única vía para socializar o disfrutar.
Por otro lado, el consumo solitario se relaciona más con afectividad negativa, baja tolerancia al malestar y síntomas depresivos. Las personas que beben solas a menudo lo hacen para intentar aliviar su malestar emocional. Y este patrón, incluso si se da de forma esporádica, predice una mayor probabilidad de desarrollar problemas de alcohol en el futuro.
¿Y si me cuesta dejarlo o reducirlo?
El problema no suele estar en la falta de voluntad, sino en que el alcohol cumple una función que no siempre es fácil reemplazar. Puede servir para aliviar emociones intensas, facilitar relaciones o marcar el final del día. En consulta, no se trata solo de eliminar el alcohol, sino de comprender qué función cumple y cómo cubrir esas necesidades de forma más saludable.
Desde un enfoque psicológico, se trabaja con estrategias como la regulación emocional, el desarrollo de habilidades sociales, el fortalecimiento de valores personales y la identificación de fuentes alternativas de refuerzo que hagan menos necesario el consumo.
Reconectar con la vida que deseas
Si sientes que el alcohol está ocupando un lugar que ya no deseas en tu vida, puede ser un buen momento para plantearte un cambio. La terapia no se centra en juzgar, sino en acompañarte a comprender tu relación con el alcohol y abrir nuevas posibilidades de elección y bienestar.
Puedes consultar mis servicios como Psicólogo de Adicciones en Granada y Online si quieres comenzar este proceso con apoyo profesional y herramientas basadas en la evidencia.
Referencia
Creswell, K. G. (2020). Drinking Together and Drinking Alone: A Social-Contextual Framework for Examining Risk for Alcohol Use Disorder. Current Directions in Psychological Science, 29(6), 1–7. https://doi.org/10.1177/0963721420969406